Es viernes y no salgo...espero que esto cambie pronto
La actuación del 29 fue lo máximo.
Es increíble.Inexplicable.Insuperable.Incomparable.
Es el destello de ilusión que pasa por sus ojos.Un viaje en el tiempo hacia la infancia.
Creo que nadie que no esté en ''mi bando'' puede llegar a comprenderlo.
~
Slydini paseaba por los pasillos tras mostrar su magia a un buen número de convalecientes, cuando oyó unos gritos desesperados que salían de uno de los cuartos: "¡¡Quiero morir, quiero morir!!" esas eran las únicas palabras de aquel pobre hombre. Slydini preguntó a una enfermera sobre la identidad del herido y sin pedir permiso abrió la puerta de la habitación.
Slydini: ¿No me conoce?
Soldado: ¡...!
Slydini: ¿Es posible que no me conozca?
Soldado: ...
Slydini: ¡Fíjese bien en mí! (el soldado le miró y movió la cabeza negativamente, no estaba dispuesto a alejar su atención de su dolor).
Slydini:Mire, he venido porque quiero que usted vea realizado su mejor deseo. Por favor, piense con todas sus fuerzas, lo que más desearía en este momento.
Soldado: ...
Slydini: Mire, aquí tengo dos pañuelos, mírelos fijamente. Ahora voy a hacer un nudo. Y otro, y otro más. Apriételos bien fuerte. ¡Así! (el enfermo obedeció)
Apriete... así... fuertemente. Guarde los pañuelos en su mano... ¿Cree que ellos pueden desatarse?
Soldado:(el soldado negó con la cabeza, era evidente que los pañuelos que tenía dentro de su mano y que él mismo había ayudado a atar no podían liberarse solos).
Slydini:Cuando le avise, abra las manos... luego, si están sueltos, su deseo se cumplirá. Si no, lo lamento. (El enfermo se miraba las manos extrañado de lo que decía aquel intruso que suponía con la misma cordura que una regadera).
Slydini:Si están sueltos, se curará. Es lo que usted quiere y desea... ¡abra las manos!
"Su rostro se iluminó, los pañuelos estaban sueltos. La vida había vuelto a él."
Soldado: ¡...!
Slydini: ¿Es posible que no me conozca?
Soldado: ...
Slydini: ¡Fíjese bien en mí! (el soldado le miró y movió la cabeza negativamente, no estaba dispuesto a alejar su atención de su dolor).
Slydini:Mire, he venido porque quiero que usted vea realizado su mejor deseo. Por favor, piense con todas sus fuerzas, lo que más desearía en este momento.
Soldado: ...
Slydini: Mire, aquí tengo dos pañuelos, mírelos fijamente. Ahora voy a hacer un nudo. Y otro, y otro más. Apriételos bien fuerte. ¡Así! (el enfermo obedeció)
Apriete... así... fuertemente. Guarde los pañuelos en su mano... ¿Cree que ellos pueden desatarse?
Soldado:(el soldado negó con la cabeza, era evidente que los pañuelos que tenía dentro de su mano y que él mismo había ayudado a atar no podían liberarse solos).
Slydini:Cuando le avise, abra las manos... luego, si están sueltos, su deseo se cumplirá. Si no, lo lamento. (El enfermo se miraba las manos extrañado de lo que decía aquel intruso que suponía con la misma cordura que una regadera).
Slydini:Si están sueltos, se curará. Es lo que usted quiere y desea... ¡abra las manos!
"Su rostro se iluminó, los pañuelos estaban sueltos. La vida había vuelto a él."